Kimi Raikkonen escoltó a Vettel durante más de media carrera
facilitándole la victoria (FOTO:Medios oficiales de la Fórmula 1)
Durante todo el fin de semana
habíamos visto a los Mercedes y los
equipos que montan sus motores sufrir algo más que en otros Grandes
Premios. Ferrari, que parecía empezar el principio del fin de su derrota ante
los de Brackley, para nada hincaron su rodilla en el suelo y renacen en en
Hungaroring poniendo tierra de por medio.
La prueba en general ha sido de protagonismo para esos segundos pilotos,
de conversaciones en los muros para las complicadas tomas de decisiones. Desde
el principio se veía a una Ferrari por su sitio y los comisarios que parecían ser algo más “tikis mikis” que en otras
citas. Lo de Verstappen fue exagerado ante un lance que tendrá que aclararse de
puertas para adentro en Red Bull. Sin esos diez segundos de penalización al
holandés, tal vez le habríamos visto luchar por la victoria. Pero no ha sido
así, y esos mismos comisarios que lanzaron sus cuerdas contra Verstappen no nos
privaron del duelo español, ese entre un
Alonso y un Sainz que completaban a nivel individual su mejor carrera de la
temporada y que dejaban de lado la amistad que les une fuera de la pista
para bregar dentro de ella y como no, en los boxes entrando a la par.
Volviendo a la cabeza, Vettel perdía ritmo y Raikkonen pedía paso.
No se lo otorgaban dejando patente lo jerarquizados que son desde Maranello con
sus pilotos. Priorizaron el gran botín que Vettel debía obtener si quería
volver a abrir hueco en la general. Por lo que el trabajo de “Iceman” había de
convertirse en clave cuando Hamilton llegaba cuando a él si le habían dado paso
sobre Bottas. El británico no pudo ni enseñar su coche al finlandés y cumplió
su promesa de dejar el sitio en el cajón
para Bottas. Un acto de caballerosidad sí, pero de esa caballerosidad que
quién sabe si puede costar cara cuando en Abu Dhabi se cierre el telón
lamentando los puntos que le dejaron al bueno de Valtteri.
Hay más ejemplos de escuderos que
en este Gran Premio han tenido su papel. Uno
de ellos es Jolyon Palmer, que aterrizaba con la espada de Damocles sobre
su cabeza. Renault había puesto presión
a sus dos hombres durante la semana para puntuar. Ninguno de los dos lo
hizo y nadie puede asegurar que Palmer esté en Spa después del parón y con Kubica amenazando su puesto. Pero hizo
trabajo de equipo y facilitó el desempeño de Hulkenberg cuando se lo
requirieron. La pelota sobre si ha sido esta la última prueba o no de Jolyon
está en el tejado de Enstone.
Para finalizar, tampoco podemos
pasar por alto el papel de Di Resta.
La indisposición repentina de Massa le hizo subirse al Williams tras cuatro
años sin competir en Fórmula 1. Cumplió su cometido metiendo al bólido dentro
del 107% y bregando con os Sauber hasta que su mecánica le hizo retirarse.