Es solo una pintura, pero Senna tenía negociaciones muy avanzadas para
fichar por Ferrari a partir de 1995
23 años hace que Ayrton Senna perdió la vida en la curva
Tamburello. Cada primero de mayo se
le recuerda y a las 14:18 horas se nos encoge el corazón a sabiendas de que en
ese preciso instante, el Williams de Senna partía recto hacia el cielo de los
pilotos.
Aparte de engrandecerse el mito,
en aquel instante cambió radicalmente la
historia de la Fórmula 1. El tricampeón mundial sin su némesis en pista al
retirarse Alain Prost, veía como un joven Michael
Schumacher se perfilaba como su futuro rival. Para ello, había abandonado
Mclaren enrolándose en Williams. Ese mismo coche al que la legalización de las
ayudas electrónicas le hicieron imbatible con paseos triunfales de Alain Prost y Nigel Mansell, quienes venían de
ganar los dos mundiales anteriores. Pero la limitación de esas mismas ayudas
que engrandecieron a Williams le hicieron vulnerable a su supresión. Ello,
junto al desencanto inicial de Senna al no sentirse cómodo con el bólido de
Grove, le hicieron volver a contactar con el equipo Ferrari. Su sueño era acabar en algún momento
vistiendo de rojo a pesar de la gran crisis que se vivía en Maranello. En
tiempos de grandes éxitos ya hubo coqueteos con un supuesto precontrato sobre
la mesa para correr en 1991 (algo que no sentó bien a Prost) y las cosas
volvieron a reverdecer cuatro días antes del fatal accidente.
Luca Cordero di Montezemolo le tentó en su etapa final de Mclaren.
El impedimento para su contratación era la relación
contractual que unía a Jean Alesi y Gherard Berger con Ferrari. Por lo que
durante 1994 había que buscar la manera de que al final del citado año, romper
el vínculo con Williams para aterrizar en la casa del Cavallino en sustitución
del austriaco. “Revienta a Williams y nosotros te tomamos”. Esas fueron las
palabras de Montezemolo cuatro días antes del fatal accidente y que podían
haber sido la culminación de años de múltiples conversaciones que no estaban
llevando a buen puerto.
Si todo hubiera seguido su curso,
la historia de la Fórmula 1 habría sido diferente. Tal vez el llamado a campear con Ferrari era Senna y no el Kaiser,
o tal vez el alemán hubiera sido su sucesor cuando el paulista se retirara,
algo que probablemente hubiera ocurrido en el año 2000 y por tanto, la leyenda
de Senna en Maranello podría haberse engrandecido y la de Schumacher no ser tan
grande como actualmente lo es.
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