Imagen del abandono de Fernando Alonso por rotura de su motor cuando
tenía opciones de victoria
Reconozcámoslo, muchos era la
primera vez que nos sentábamos ante la pequeña pantalla para ver las 500 millas
de Indianápolis. Fernando Alonso
había generado un tirón mediático para esta mítica prueba americana pero gran
desconocida en suelo europeo. Era la gran opción para traspasar el charco y
lograr seguidores que porten otras banderas que no sean las de barras y
estrellas.
La pregunta para muchos es, ¿qué
impresiones nos ha dejado la carrera? Pues para un servidor, mucho dista de lo que vemos en suelo europeo.
Cuesta seguir las estrategias y hay demasiadas interrupciones que pueden
llevarnos al aburrimiento traduciendo
cada bandera amarilla en coche de seguridad, y poca técnica hay que ver
cuando sólo hay que pisar a fondo para ir en Óvalo y ya está a pesar de que
iniciar una escapada sea misión imposible.
Indianápolis nos deja muchas
lecturas. La primera es que a esas velocidades cualquier accidente puede
revestir gravedad. Milagro es que Scott
Dixon saliera ileso del vuelo que tuvo parada la prueba con bandera roja
más de media hora. Y es que aparte de todo eso, la realización se centraba en
un Fernando Alonso que apenas bajaba del quinto en una prueba donde la muerte deportiva era perder vuelta.
Mucho mérito para un piloto que competía por primera vez en Indy y que varios
giros había liderado. Pero esas opciones se esfumaron al final cuando el tercer
motor Honda reventaba. Primero era Hunter
Reay el que veía estallar su propulsor Honda cuando era segundo y le seguía
Charlie Kimball como preludio a lo
que le esperaba al asturiano.
Las cámaras se centraban en Fernando
Alonso y su camino hacia boxes antes de que varios coches, entre ellos el de un
Oriol Serviá que venía de menos a más
optando a cajón, quedaban fuera por una colisión múltiple. Tras ese accidente,
se acabaron los numerosos periodos de Safety Car y todo se relanzaba. Chilton empezaba a perder comba en el
liderato y todo quedaba en cosa de dos. Sato y Castroneves, dos pilotos con estilos agresivos, aguerridos y
que nos darían un gran final de emoción. El momento clave estuvo cuando el
japonés supo cerrar al brasileño a tres vueltas del final obligándole a
levantar el pie del acelerador y por tanto a perder ese rebufo clave
propiciando el primer triunfo nipón de la historia de las 500 millas.
Ahora queda pensar si Alonso
volverá en 2018, nada descartable cuando después de lo de ayer, a buen seguro
tiene una espina clavada y la triple corona es su obsesión.
Primera experiencia viendo Indycar y la verdad, a pesar de que las paradas por bandera amarilla se hacen largas, balance positivo. El accidente de Dixon deja a las claras que situaciones como la de Billy Monger son desgraciadas excepciones. Grandísima carrera de Fernando, que luchaba por la victoria en el momento en que, otra vez su motor Honda, le dejaba fuera de carrera. Es increíble la paciencia que tiene el Asturiano un fin de semana tras otro, su fuerza mental es admirable. También buena carrera de Sato, que esperó su momento agazapado hasta las últimas vueltas. La verdad es que me gustó bastante la carrera, y la conclusión que saco es que Fernando volverá a intentarlo hasta ganar la competición, porque ha demostrado de sobra que es capaz.
ResponderEliminar