Tras casi cuatro
décadas al mando, Ecclestone deja el mando de la Fórmula 1 al grupo Liberty
Media, comandado por Chase Carey. (Foto: Thisisf1.com)
Tiempos de cambio llegan a la Fórmula 1 y
ello conlleva el adiós de Bernie
Ecclestone. Aquel que a finales de los 50 intentó infructuosamente triunfar
como piloto y que comenzó su época de esplendor en los 70. Concretamente en 1972 compraba el mítico equipo Brabham, y siendo un
subcampeonato el mejor resultado, pudo presumir de ser jefe de pilotos de la
talla de Carlos Alberto Reutemann.
En 1978 empezaba su mando con mano de hierro.
Se rodeaba del polémico Max Mosley y
también en escena aparecía el nombre de Jean-Marie
Balestre. Hombre también en el punto de mira por su presunto favoritismo
hacia Alain Prost en la rivalidad con Ayrton Senna, y que incomprensiblemente
decidió descalificar al paulista en la famosa maniobra del Gran Premio de Japón
de 1989, privando a Senna de la victoria y arrebatándole las opciones de
bicampeonato.
Ecclestone ha pasado de todo como dueño del
Gran Circo. Realmente se puede decir que no supo dejar el cargo a tiempo y en
sus puntos conflictivos van a figurar siempre estas últimas dos décadas de
mandato. Su primera crucifixión fue en
Ímola en el trágico fin de semana de 1994. Ratzemberger fallecía en el acto
el sábado tras perder su alerón e impactar contra el muro. Nunca se canceló el
Gran Premio tal y como indicaba la legislación transalpina y el domingo la
tragedia se citó en Tamburello, llevándose a la leyenda de Senna y con ello
nacía la controversia sobre si murió o no en el acto, y las teorías de si se
ocultó o no la verdad para asegurar unos suculentos ingresos económicos.
Sus últimos años de mandato han sido una
mezcla de todo. Disparates como el
proponer un sistema de medallas o lluvia artificial a hacernos una Fórmula
1 sólo por y para ricos. Probablemente se le pueda señalar como un gran responsable
de llevar Grandes Premios para caprichos de jeques sacrificando los clásicos
que tanta afición daban, él es responsable de que hoy la desigualdad haga que
los equipos modestos no subsistan en parrilla y siempre desde la FOM se ha
promovido la eliminación de vídeos sin ánimo de lucro que circulan en la red,
cuya única finalidad es la de compartir momentos de este bello deporte y
rememorar viejas épocas u homenajear a ídolos.
En fin Sr Ecclestone, a estas alturas sólo le
afearemos que no haya tomado la decisión de marcharse antes y dejar paso a la
savia nueva. Esa que veremos si revoluciona o no la Fórmula 1. Así que es de justicia dar un voto de
confianza a las nuevas caras que son
Ross Brawn, Sean Bratches y la imagen de bigote clásico de Chase Carey. Para él, la Fórmula 1
necesita “un nuevo punto de partida” definiendo
a Ecclestone como “un dictador durante mucho tiempo”. De momento nos propone
aumentar el número de carreras, que podría ser un craso error ante un
calendario de por sí excesivamente cargado y con poco tiempo de parón
vacacional. Pero recordemos que Carey es
estadounidense, país en el que los deportes se caracterizan por normas que
fomentan el espectáculo. ¿Será capaz de llevar esa política a la Fórmula 1 y a
la vez restituir la imagen dañada en su nación tras el bochorno de Indianápolis
2005 con seis coches en parrilla?
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