Lewis Hamilton felicita con un efusivo abrazo
a Nico Rosberg tras proclamarse campeón (FOTO:www.caranddriverthef1.com)
Rosberg merece la enhorabuena y no cabe duda
de ello. Después de Damon Hill, es el segundo hijo de piloto cuyo padre también
ha sido campeón de Fórmula 1. Algo que logró su padre Keke en 1982. El bueno de Nico ha sido
regular, ha sabido administrar su ventaja en las últimas carreras y eso le ha
valido para lograr su primer cetro.
Dicho todo, el mundial, aparte del inicio
abstracto de Lewis Hamilton, el mismo tuvo otro momento clave. Ese se llama
Malasia. Ahí el británico rompió cuando lideraba y decía casi adiós a un título
que tenía en la mano. En otros años hubo Karma y el vudú se volvió contra el
otro contrincante. Así lo vimos en 2006 cuando el Ferrari de Schumacher decía
basta en Suzuka allanando el segundo mundial de Fernando Alonso. Pero esta vez
no ha sido así, y a Rosberg le respetó su mecánica.
Aún con Rosberg quitándose la losa del
dominio de Hamilton sobre él las dos últimas temporadas. Este último, a igual
estado de forma, ha continuado por encima de su compañero de equipo y en Abu
Dhabi ha hecho que el teutón sea un títere en sus manos. Si invertimos los
papeles, dudemos de que Rosberg fuera capaz de ralentizar la carrera como
Hamilton lo ha hecho, sabiendo mantenerle fuera de la zona de DRS, desesperarle
a medida que Vettel y Verstappen se acercaban para amenazar lo que parecía
seguro.
La polémica también se ha montado en las
redes sociales, hablando de la ética de Lewis Hamilton aminorando el ritmo para
formar el trenecito y poner a Rosberg contra las cuerdas. En la opinión de un
servidor, sucio jugó Michael Schumacher en Adelaida sacando a Hill para ganar
su primer mundial en 1994, o el mismo Schumacher intentó repetir en 1996 con Jaques Villeneuve saliéndole rana la
treta. Hamilton sólo ha usado sus cartas, ha tirado un farol con una mano que
no era la mejor y no le ha salido. En ningún momento ha intentado sacar a
Rosberg de pista ni ha hecho nada que pueda ir contra los estamentos
reglamentarios y la ética deportiva. El abrazo de la imagen deja claro que
lejos de las rivalidades y tiranteces que han existido, el fair play ha estado
por encima de todo, a pesar de que como bien señala Hamilton, el equipo no debió interferir en la brega de ambos con
los dos cetros asegurados en Brackley.