La imagen del Toyota parado, aunadas por las
lágrimas japonesas, son la imagen de esta edición de Le Mans.
Le Mans
nos ha dado la carrera más emocionante del último lustro. La caída de la noche
esta vez no decidió tanto una carrera atractiva con Porsche, Toyota y Audi como
candidatos a la victoria final. Lejos quedan los años donde los tres prototipos
de la citada Audi copaban el podio con facilidad inusitada. En esta ocasión, la
brega entre Porsche y Toyota ha sido bonita a pesar de que en la salida se
repetía el exceso de celo que hay en la Fórmula 1, y el Safety Car secó la
pista en esa primera hora donde nada se relanzó. A partir de ahí, es de
aplaudir la quinta plaza del Audi número 7 pilotado por Andre Lotterer, Benoit
Tréluyer y Marcel Fässer. No era ni media tarde cuando ese coche entraba a
boxes y los mecánicos tenían que recomponerlo tras una ostensible humareda, con
el milagro de que no se acabó la participación para ellos.
En LMP2
brillaba de sobremanera Roberto Merhi en su debut. Hacía las vueltas rápidas de
la categoría contestadas únicamente por SMP Racing y más concretamente con
Vitaly Petrov a los mandos. Todo iba viento en popa para los de Manor, pero el
trabajo bien construido por el castellonense se lo cargó ipso facto el
británico Matt Rao, cuya actuación podría ser de cese inmediato en el equipo
tras sus constantes errores que han privado a los del equipo saborear las
mieles del triunfo en la segunda división de los prototipos. Un triunfo que
finalmente corrió a cargo de Signatech Alpine con un quinto puesto general que
les puso por encima de muchos LMP1.
También
ha sido bonita la categoría GT, con más de catorce contendientes que daban
colorido y competitividad a una división que otros años había sido más pobre. Y
aunque 24 horas dan para mucho, el Aston Martin de Antonio García, Jan
Magnussen y Rick Taylor acusó el salir desde atrás privándose de repetir la
gloria de pasados años, brillando ahí el equipo Ganassi. La Scuderia Corsa,
tutelada por Ferrari y en duelo directo con Ford, se impuso en la categoría GT
más baja, también conocida como GT Amateur.
Como
hemos comentado en el primer párrafo. Las horas nocturnas no decidieron la
prueba e incluso el Toyota número 5 tenía que pelear hasta el final forzando el
ritmo y gozando de una exigua ventaja de medio minuto sobre el Porsche con el
número 2. Kazuki Nakajima tenía el último relevo en Toyota y cumplía en los
doblajes a la vez que mantenía la concentración en estos momentos críticos. En
Japón saboreaban la gloria no sólo porque veían a dos de sus coches en el
cajón, sino porque pilotos locales como el mencionado Kazuki NaKajima o Kamui
Kobayashi iban a ser protagonistas en esta gesta. Pero en los cuatro últimos
minutos o mejor dicho, casi último giro, el prototipo de Nakajima fallaba en la
potencia y le tocaba al japonés dar los gritos de desesperación que
desembocaban en llantos en el box por irse al traste el trabajo de un año
entero sobre la bandera a cuadros. En las largas rectas de Le Sarthe no
conseguía ponerlo a 200 por hora cuando las velocidades oscilan los 340 y el
Porsche empezaba a recortar distancias. 13 kilómetros de trazado eran demasiado
para aguantar en esas condiciones y eso conseguía que los del equipo de
Stuttgart, con Neel Jani, Romain Dumas y Marc Lieb se encontraran con el
segundo cetro consecutivo de manera totalmente inesperada. Ya esperamos 2017 y que Bernie Ecclestone no
nos vuelva a hacer la jugada de coincidirlo con la Fórmula 1. Deseamos ver a
Hulkenberg y demás pilotos tentados bregar en esta mítica prueba.
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