Rosberg recibe el trofeo que le acredita como
ganador de la mano de un Vladimir Putin más preocupado de salir en imagen y
hacer sombra a un evento deportivo de élite (FOTO: www. latestnewsresource.com)
El 1 de
mayo siempre es una fecha señalada, nos recuerda que tal día, hace 22 años, nos
dejaba una leyenda en la maldita curva Tamburello. Curioso que un fin de semana
de Gran Premio no eclipse aún su figura transcurridas dos décadas desde aquel
fatal accidente que conmocionó al mundo entero.
Una vez
más, Rusia y Sochi son sinónimo de parafernalia. El Gran Premio cuyo trazado no
es más que una réplica del extinto Valencia Street Circuit, relanza las ansias
de protagonismo de Vladimir Putin quedan por encima de lo meramente deportivo y
cansa mucho que su figura para la tv haya de ser más relevante que lo ocurrido.
Y es que lo más vibrante de todo ha estado en la salida, fatídica para un
Sebastian Vettel que ve casi arruinadas sus opciones cuando únicamente llevamos
cuatro carreras. Es normal que pueda sentirse enfadado cuando le embisten de
esa manera.
La
batalla principal, la de los dos Mercedes que nuevamente se lo jugarán todo, ha
debido librarse a muchos metros. Una vez más, Hamilton tira de resiliencia para
sobreponerse al enésimo fiasco de su bala plateada. El sábado le tocó a su
unidad de potencia y por ende, tener que partir en décimo lugar con una
obligada remontada. Bottas se le atragantó y en la segunda mitad de carrera,
marcaba tiempos de ir a por Rosberg. Cara al público, se puede decir que Hamilton
podía asestarle el golpe al alemán, pero éste sabía lo que hacía y de nuevo
echó pie a fondo aumentando las diferencias, diciéndonos que todo estaba bajo
control y que este año es una dictadura del vástago de Keke. Hasta ahora, no se
puede dudar que está a la altura que se le exige y además los rivales fallan
aunque sea por causas ajenas a ellos.
Por
otro lado, Ferrari deja patente que necesita más consistencia si quiere volver
a luchar por victorias, y más si el piloto que se la ha proporcionado estas dos
temporadas hace dos ceros seguidos sin que el finés de la talla. Williams en su
ritmo y Mclaren, con un Gran Premio que a priori no le favorecía, dignificó su
actuación al meter a sus dos pupilos en los puntos sin tener que sonrojarse de
un solitario botín cosechado por su piloto reserva.
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