Realmente, Jules Bianchi ha ganado muchas carreras en su vida
mientras ha estado en Karts, F3, GP2 o World Series. Pero tristemente, hay que
decir que hoy nos levantamos de la cama perplejos, tristes y abatidos al ver
que el bueno de Jules no ha podido vencer la carrera más importante, que es la
carrera de su vida. Y no vamos a entrar en creencias religiosas o demás, pero
ojalá, allá donde esté, pueda competir contra Ayrton Senna, Jochen Rindt,
Onofre Marimón, Ronie Petterson, Ricardo Paletti, etc.
Hace escasos días, sus padres emitían un nuevo comunicado que
era la pérdida de esperanza y quién sabe si el preludio de lo que hoy se ha
confirmado. “Esto es peor que si estuviera muerto” decían, y no me extraña, ya que han sido nueve meses
de larga agonía, de no despertar y de que nadie haya querido asumir
responsabilidades por aquella grúa que hoy se ha llevado a Bianchi, siendo el
galo el primero en perder la vida desde que Ayrton Senna pereciera en el
maldito Gran Premio de San Marino en 1994.
La trágica noticia nos ha dejado helados por mucho que
supiéramos la gravedad de sus heridas y nos hace tomar conciencia de una cosa
importantísima. La Fórmula 1, por muy segura que sea, siempre llevará consigo
un componente de riesgo y que por mucho que estos coches estén hechos a prueba
de todo, la fatalidad siempre puede ocurrir.
Ahora, no son sólo momentos de luto, sino que también es momento
de recordar una vez más al Bianchi piloto. Aquel que después de imponerse en la
F3 Europea, entraba en la Ferrari Driver Academy a la vez que parecía sufrir un
estancamiento deportivo en GP2 y World Series. Allí incluso se cuestionaba si
realmente era merecedor de estar en el programa de Maranello, silenciando todas
las críticas al subirse a ese Marussia de rebote, dado que Luiz Razia era el
dueño de ese volante pero el incumplimiento de sus patrocinadores le impidió
debutar. Y no tardó en verse a un Bianchi con calidad, siempre por encima de
Max Chilton en su año de Rookie para explotar en ese segundo año del fatal
accidente. Ahí llevó a un agonizante Marussia a Q2 en varias ocasiones, se
batía contra coches mucho más rápidos que el suyo e incluso tiró una vez a la
cuneta a Kimi Raikkonen en calificación, dejando patente cuál era el pasado y
cuál el futuro de Ferrari. Pero lo mejor sin duda, fue aquel Gran Premio de
Mónaco que os reproducimos en versión radio en esta entrada. Ahí, Bianchi
consiguió darle sus primeros puntos al modestísimo equipo ruso terminando
noveno en otro alarde de manos y temple dentro del trazado angosto y técnico.
Dicho todo, sólo queda sumarse al dolor de los pilotos y
suscribir las palabras de cada uno de ellos diciendo por último, DESCANSA EN
PAZ, JULES. Nos quedamos con ganas de presenciar lo que hubieras podido lograr
en equipos más competitivos.
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