Las vacaciones nos han pillado por medio, y por ello la
demora de analizar el Gran Premio de Hungría, el cual ha tenido una altísima
carga de emotividad por el homenaje a Jules Bianchi sentido por todos,
cabizbajos recordando a un piloto prometedor, llamado a cosas interesantes en
la Fórmula 1 cruzándose en su camino la grúa maldita.
Los pilotos ahí nos demostraron que están hechos de otra pasta, porque no es fácil subirse a un monoplaza después de lo vivido en los momentos previos, con sinceros abrazos a una familia rota que sacó fuerzas de flaqueza para viajar a Hungría.
Los pilotos ahí nos demostraron que están hechos de otra pasta, porque no es fácil subirse a un monoplaza después de lo vivido en los momentos previos, con sinceros abrazos a una familia rota que sacó fuerzas de flaqueza para viajar a Hungría.
“El Mónaco permanente” de Hungaroring lleva unos años
dejándonos carreras interesantes a pesar de las dificultades para efectuar
adelantamientos. Y el guión de este año parecía sacado de Silverstone en sus
inicios. Mala salida de los Mercedes y esta vez no eran los Williams los que se
veían en la delantera, sino los Ferrari. Vettel silenciaba en pista todas las
voces críticas manteniendo un ritmo constante, llevándole décima a décima tanto
a Raikkonen como a Rosberg mientras que Hamilton debió olvidarse la calculadora
en casa, puesto que se mostró errático y nervioso ante una nueva situación que
no era ir primero de manera cómoda, llevándole todo a salirse de pista y
cometer múltiples errores que parecían condenarle a perder el liderato aún con
su clara supremacía sobre Rosberg. Apareciendo entonces la fortuna, el karma
que le faltó en Mónaco dando un nuevo giro de timón el campeonato. Ricciardo,
mermado en su coche pero con opciones de victoria por ritmo, impacta con el
teutón pinchándole la rueda en una lucha que no se hubiera producido si
Mercedes no se hubiera equivocado en la estrategia. Se pasaba de un adiós al
liderato a salir reforzado a pesar de un fin de semana para olvidar. Así que
nada, a lo absurdo, dejaban a Kvyat listo para subirse por primera vez al podio
beneficiado entre otras cosas por el abandono de Raikkonen por problemas
mecánicos y a Carlos Sainz Jr sin opciones de porfiar contra sus hermanos
mayores por la enésima avería.
En río revuelto pescaron también los Mclaren. Por primera vez
le echaron bemoles, arrojo poniendo el coche al máximo. Sin temor a averías,
puesto que esta temporada ya no vale para otra cosa que no sea sacar
conclusiones de cara a 2016, y por ello no deben temer si pasa lo del sábado
con Fernando. Han demostrado que dando todo lo que tienen, y aún beneficiándose
de todos los abandonos para concluir con los dos bólidos en los puntos, pueden
pelear perfectamente por recoger los últimos botines por cada Gran Premio. Incluso Alonso, entre risas, se veía en el
podio si la carrera dura unas vueltas más.