Si Ferrari tiene un importante acuerdo con Haas F1, parece
que Mclaren no va a ser menos. Y si todo da resultado, las cosas fructificarán
para que funcione como un equipo filial.
Hace unos días saltaba la noticia sorpresa. Se abre el
concurso para la incursión de un nuevo equipo de cara a 2016 o 2017 tomándose
la decisión definitiva en Septiembre. Ahí sabremos el nombre de la nueva
escuadra, aunque las noticias ya apuntan al equipo Art Grand Prix como el gran
favorito.
Art es un clásico de las categorías de base, un equipo
reputado con victorias en diversos certámenes y un gran trampolín para los
noveles. Incluso monopolizaron las primeras temporadas de GP2 llevándose el
título con los Nico Rosberg, Lewis Hamilton o Nico Hulkenberg. Por lo que ahora
ya piensan en el gran salto, en codearse con los mejores y desde luego que es
muy probable que cumplan los requisitos de solvencia que les exige la FIA.
Empezando por lo económico, en donde parece muy seguro que desde Japón aportan
un buen montante a costa de subir a un piloto de dicha nacionalidad en GP2. Lo
vimos en 2014 con Takuya Izawa y este año apuestan por Nubaru Matsushita. Y
deportivamente, el palmarés les avala como base amén de contar por segunda
temporada consecutiva con Stoffel Vandoorne, el gran valor de Mclaren ahora
mismo y con el cetro finiquitado al 50% con la campaña recién comenzada.
Con la protección de Mclaren, Art Grand Prix tendría gran
parte de su recorrido ganado en cuanto a desarrollo y sobre todo búsqueda de
pilotos, dado que Vandoorne sería el principal candidato mientras que Magnussen
recobraría las esperanzas de volver a ser titular. Sin duda, podría ser la
exitosa reedición del fallido proyecto de Prodrive en 2008, en el que David
Richards entraría con el equipo siendo una filial completa de Mclaren y
teniendo apalabrados a Pedro de la Rosa y Gary Paffett como pilotos. El debate volverá a estar servido.
El último detalle, y que podría impulsar la obtención de esa
licencia a la par que aflorar los recelos de la afición es su propietario y
jefe. Nada más y nada menos que Nicolas Todt, hijo del presidente de la FIA y
ex jefe de Ferrari, Jean Todt. Su incursión podría ser buena en lo deportivo y
a la vez negativa ante la crisis en la que se encuentra la Fórmula 1.
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