lunes, 16 de marzo de 2015

Esperpento Mclaren

Probablemente Fernando Alonso ya esté totalmente recuperado de su amnesia y es más, en la semana entrante le tendremos probando en el simulador y deseando verle de nuevo en Malasia. Por lo que a saber qué debe pasar por su cabeza al ver a Mclaren de esta guisa en Australia ¿Habrá salido de Málaga para meterse en Malagón? Abandonó Ferrari porque no lograban darle un coche competitivo y se iba a un proyecto ambicioso, tal vez con su última esperanza de volver a ser campeón, un proyecto en el que relegaban a Kevin Magnussen a tareas de tester para contar con la experiencia que siempre puede aportar Jenson Button. Tiraron la casa por la ventana fichando al asturiano porque necesitaban a un piloto líder y un compañero completo y ¿qué tenemos? Un monoplaza que ha hecho un papel de todo menos digno en Australia mientras a la par mejoran en Maranello.

Las excusas se acabaron, y puede sonar hasta inadmisible que un coche que se ha preparado con una antelación de un año, un motor que durante dicho periodo de tiempo no se ha visto tan limitado como otros, una temporada de transición para preparar este desastre y una apuesta de Honda firme únicamente por Mclaren no puede justificarse de ninguna manera.


Ahora Eric Boullier declara que queda una montaña por escalar y para colmo, Boullier no pone fecha para dicha escalada, ¿quedarán más actuaciones como la de Albert Park?
Tampoco es pretexto que el equipo fuera con motor capado. Volvemos a repetir, llevaban un año trabajando sobre esto y el ritmo tanto en clasificatoria como en carrera bien ha podido servir a Stephen King para escribir uno de sus conocidos relatos de terror dividido en varios capítulos. El primero una pretemporada de carencias, el segundo el accidente de Alonso sin explicar, el tercero la nefasta calificación, el cuarto el abandono de Kevin Magnussen antes de empezar y el quinto un Jenson Button reptando por Melbourne por mucho que nos duela decirlo. ¿Punto y final o continuará? Al menos, la no participación de Manor les ha ahorrado el sonrojo extremo de ver a un equipo llegado a última hora, sin rodaje y con graves problemas financieros haciendo tiempos mejores. Habrán salvado la fiabilidad, pero la imagen queda hundida en un sitio más profundo que los restos del Titanic. 

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