El Gran
Premio de Hungría siempre ha sido benévolo para los pilotos españoles. Muchos
lo recordarán por la primera victoria de Fernando Alonso en 2003 u otros
pilotos de nacionalidad española también se estrenaron en el cajón en este
circuito viniendo a la mente casos de Alejandro Núñez en World Series o Javi
Villa en GP2. Pero en esta ocasión toca repasar la historia de Pedro de la
Rosa, un hombre que en este trazado se sacó una espina muy grande que le había
clavado la Fórmula 1.
Corría
el año 2000 y De la Rosa afrontaba su segunda temporada en la modesta escuadra
de Arrows. En esta ocasión habían logrado un coche veloz pero con la fiabilidad
como talón de Aquiles. Ello le llevó a pelear con los mejores en Canadá sin
premio teniendo como clímax su actuación en el este año renacido Gran Premio de
Austria. Se había colocado tercero, aguantando el ritmo de los dos Mclaren a
una pequeña distancia y mantenía a raya a pilotos con mayores prestaciones.El
podio ya no era una quimera y el segundo gran éxito de Arrows después de la segunda
plaza de Damon Hill en 1997 precisamente
en Hungría, los puntos parecían seguros. Todo pintaba de color de “De la Rosa” y no
podía ser, el monoplaza fallaba y un manguito cuyo precio alcanzaba a duras
penas las 100 de las antiguas pesetas rompía dejando al de Cardedeu fuera.
Si
Austria 2000 fue un golpe demasiado grande para un piloto que pasó los años
posteriores de probador se puede decir que todo mereció la pena con el Gran
Premio de Hungría 2006, digno de recordarlo por su pódium, por una carrera
mágica de Fernando Alonso que acabó con una tuerca mal apretada después de una
gran remontada, la sagaz estrategia de Jenson Button para ganar por primera vez
en su vida partiendo decimocuarto y el segundo lugar de Pedro de la Rosa, que
si es ambicioso hasta puede lamentarse de que con otra estrategia pudo llevarse
la victoria en su pequeño periplo como titular en Mclaren tras el despido de
Juan Pablo Montoya. Pero aquel segundo puesto en unas condiciones complicadas
de lluvia-seco, acertado de reflejos para evitar a Kimi Raikkonen cuando éste
se montó encima de Vitantonio Liuzzi y dándose el lujazo de adelantar a Michael
Schumacher y sus neumáticos maltrechos a pesar de que el Kaiser se saltaba la
chicane de forma desesperada. El propio Pedro, su mujer Reyes y sus hijas
disfrutaron aquel día como enanos a la vez que afianzaba completamente su
posición en Mclaren eliminando la posibilidad de que Gary Paffett pudiera
reemplazarle.
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